19 de agosto
Otro día más de viaje que nos metemos en el cuerpo, días que al final no haces mucho, pero lo pasas bien, seguimos siempre con nuestra musiquilla de extremoduro, que a Mendi, Gon y a mi nos encanta y Miguelo y Gabi ya nos odian, es el problema de que solo yo haya traido Cd s de musiquita, así que repetimos hasta la saciedad una y otra vez los escasos discos.
Como ayer salimos de fiesta, hoy despertarse tardecillo para viajar descansados y nos ponemos rumbo Berlin, después de un día de muerte en Praga, hoy tocaba descansar un poco.
La salida de Praga la tuvimos con un pelín de vuelta, por si no lo hemos comentado antes, Mendi y yo queremos hacer el viaje entero sin GPS, solo lo hemos puesto para localizar los campings, todo el resto de viaje lo hacemos con mapa de carretera y viendo las señales. Por eso decir que en Bratislava está mal señalizado y en la salida de Praga también a veces falla.
Paramos a comer en un área de servicio y como cocinaba yo, comidita rica rica. Tortellini con salsa de champiñones, cebolla y nata hecha a mano, y unas ensaladas, una clásica con lechuga para Gabi y una de tomate y mozzarella para todos, jiji y en la mesa acompañando unos esparraguitos y jamón serrano de nuestra pata que nos hemos traido. Se pone a cortar Mendi como siempre y a los 3 minutos llegan las avispas. Miguelo volviéndose samurai comienza una batalla encarecida contra las avispas, que se estaban llevando trozos de jamón más grandes que ellas mismas, ESPECTACULAR.
Al final llegamos a Berlín bastante tarde, como a las 10 y queríamos camping, así que después de ir al 1º que aparecía en el GPS y ver que no existia, para llegar al segundo se nos hizo tarde. Llegamos a las 12 al segundo cámping y entramos dentro y se baja Mendi a la recepción y el pibe dice que son 37 euros la noche, por lo que decimos, va dormimos en la puerta y mañana por la mañana entramos, el tío del cámping mosqueado dice que nos nos abre la puerta del cámping, que ya está cerrada y que nos nos deja salir y que le tenemos que pagar también esa noche, después de una discusión, nos deja salir y dormimos en la puerta más felices que unas perdices.
Que tío más antipático
Araujo, Berlín.